Pelar y cortar los duraznos y mezlcarlos con el azúcar. Dejar descansar en la heladera (nevera) mientras hacemos el resto (mínimo 30 minutos).
Para la masa, colocar la harina, la sal y la manteca fría cortada en cubos en un bowl. Deshacer la manteca con ayuda de un cornet amasador, o con las manos, hasta que quede un arenado grueso con pequeños trocitos de manteca.
Agregar el agua helada a la masa y unir, primero con espátula y después con las manos, sin amasar. No agregar más agua, ya que queremos una masa seca. Envolver en papel film y llevar a la heladera por 45 minutos o hasta que esté fría.
Mientras tanto, preparar el crumble, mezclando todos los ingredientes en un bowl, y deshaciendo la manteca con las manos, hasta que quede un arenado sin trocitos de manteca, y que cuando presionamos con las manos, quede compacto. Reservar.
Pasar el durazno por un colador para retirar el exceso de líquidos. No descartar el líquido ya que utilizaremos parte de él.
Colocar el durazno colado en una cacerola, junto con 3 cucharadas del jugo de descarte, la vainilla, el jugo de limón y el almidón de maíz. Llevar a fuego medio-bajo, mezclando todo el tiempo hasta que la preparación espese, aproximadamente 3 minutos.
Fonsar la tarta, estirando la masa fría, hasta llegar a ½ centímetro de espesor, o lo suficiente para cubrir la base y los bordes. Presionar sobre los bordes del molde, doblar el exceso hacia afuera y hacer pellizcos sobre la masa para que quede un borde bonito.
Volcar el relleno sobre la masa y esparcir con una espátula.
Colocar el crumble cubriendo todo el relleno. Colocar el molde sobre una bandeja de horno, ya que al hornear se libera manteca derretida y jugo de fruta, que puede ensuciar tu horno.
Llevar a horno precalentado a 190°C por 1 hora y 10-15 minutos, hasta que el crumble y los bordes de la tarta estén bien dorados.
Dejar enfriar por al menos 3 horas y desmoldar.
Servir con una bocha de helado o crema.